Había una vez o al menos así comienzan los cuentos.
Este es algo peculiar y avisado queda el lector.
Un día de verano se preparaba la doncella, hacia un viaje del cual poco conocía de su destino.
La sirena del barco sonó y a viva voz gritó el auxiliar de embarque:
- ¡Todos a bordo!
Ella con su boleto en mano esperando estaba en la fila, vio a un sonriente caballero que con sus gestos y mirada alborotaba sus pensamientos.
Los ojos del apuesto y agraciado se hicieron un profundo océano, él podía sumergirse en las emociones de la doncella que intentaba disimular su vergüenza acomodando el bajo de su vestido color lila.
Ella sabía que era el amor que tanto había esperado toda su vida, recordó que en sus sueños él existía y su esencia sentía.
La doncella siguió su camino sin mirar atrás.
Al volver a su hogar ella hizo luto un mes por un amor que jamás tuvo y una despedida que nunca existió.
La dulce y despistada doncella se sentía desnuda, como si le hubieran arrancado alas para poder volar en libertad.
El rey en una carta le reconoció que en ese viaje le había entregado su corazón, y luego en mar se convirtió.
El horizonte es su punto de encuentro, allí no hay más despistes ni despedidas.
No hay un final, sino un para siempre juntos...
Zoe W. Heart
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